Con la finalidad de tratar las aguas residuales por la presencia de Coronavirus SARS-COV-2, el Hospital Provisional Base Militar en Casablanca (Marruecos) ha implantado un sistema de gestión para la desinfección de aguas diseñado y fabricado por ACO Iberia.
La situación de la pandemia en Marruecos, que actualmente acumula más de 118.000 personas contagiadas y 2.069 fallecidos, obligó a cerrar las principales ciudades como Casablanca y a crear hospitales provisionales para poder atender al máximo de personas enfermas. El estado de alarma obligaba a las personas a estar en sus casas para evitar la propagación del virus, pero a pesar de ello, el contagio podría suceder de manera indirecta a través de las heces humanas que llegan a la red de saneamiento. De hecho, algunos estudios confirman que en las heces de los pacientes infectados por COVID-19 hay presencia del virus (Lencet Gastroenterol Hepatol 2020). Si existe virus en las heces, consecuentemente este puede llegar a las aguas residuales urbanas. Si a esto se le une una posible gestión inadecuada de la red de saneamiento que podría derivar en la contaminación del agua potable, las probabilidades de transmisión de enfermedades podrían aumentar.
Así pues, el hospital provisional de la base militar de Casablanca (Marruecos), encargó a ACO Iberia un sistema de tratamiento de desinfección de las aguas residuales que se generaban en el equipamiento sanitario para evitar que el virus llegara a la red de saneamiento.
Un depósito enterrado para el tratamiento de aguas residuales
Cada día se tenían que tratar 12 m3 de agua, procedente de aguas fecales de pacientes infectados por COVID-19 y de las aguas residuales utilizada para la desinfección de espacios y utensilios sanitarios. Se diseñó un sistema de captación del agua residual con capacidad para un día y un sistema de desinfección mediante hipoclorito sódico.
El hipoclorito sódico que se usa a gran escala para la purificación de superficies, blanqueamiento, eliminación de olores y desinfección del agua. Consigue eliminar bacterias tras 45 minutos de contacto y con una dosis de 0,8 ppm de cloro libre residual. Aunque para eliminar un virus como el SARS-COV-2 requirió un tiempo de contacto superior con dosis más elevadas de producto, pues es un virus que presenta gran resistencia a la desinfección. Fue imprescindible diseñar un depósito de tratamiento que calculase la dosis correcta y el tiempo de residencia del desinfectante utilizado. Debido a que los sensores de cloro libre residual son muy sensibles, se decidió realizar una medición indirecta con sensores potenciométricos REDOX y una regulación de pH; dada su resistencia en este tipo de aguas.
En cuanto al equipamiento, el sistema consistía en un depósito de hormigón para la captación de agua que se entierró para evitar la propagación del COVID-19 por vía área y en él se hacía una adecuación previa de las aguas a desinfectar. En un conteiner anexo se instaló la planta de tratamiento y desinfección, para después mediante tuberías se liberase el agua residual tratada a la red de alcantarillado.